Escalada Nuclear
La Guerra Fría marcó un precedente que no se había percibido en otros episodios de confrontación entre potencias: el de exterminar la existencia humana y de otras formas de vida a través de las armas nucleares. Hoy, tristemente nos encontramos en un escenario similar a la crisis de los misiles en Turquía/Cuba; existe una fuerte tensión debido a la guerra en Ucrania, escenario en el que se han proyectado las capacidades del bloque occidental por un lado, y del bloque oriental por el otro. La expansión de la zona de influencia de la OTAN en los países colindantes a Rusia le crea un dilema de seguridad al verse cada vez más acorralada.
Además, Occidente (EE.UU., UE, Reino Unido, Japón, etc.) ha provisto tanto de armamento y municiones, como de tecnología y servicios de inteligencia a Ucrania, siendo identificado como una intromisión casi directa en el conflicto. No siendo suficiente con ello, Emmanuel Macron, presidente de Francia, y Olaf Scholz, primer ministro alemán, han barajado desde febrero la posibilidad de enviar parte de sus tropas nacionales a combatir en el frente, dado la debilidad de las fuerzas ucranianas, involucrándose directamente en la guerra.
Lo anterior no nos debe generar sino una real preocupación y un profundo sentido de responsabilidad, de demandar a nuestros jefes de estado que no tomen posiciones beligerantes; demandar colectivamente la no proliferación de la guerra global total así como de las armas nucleares. La escalada en este caso particular significaría la desaparición absoluta.